En un escenario donde las redes sociales dictan tendencias, después de los patitos en la cabeza, una figura peculiar y peluda se posicionó como el nuevo ícono del estilo urbano: el Labubu. Originario de China y creado por la marca Pop Mart, este pequeño muñeco de apariencia estrafalaria logró lo impensado: transformarse en un accesorio de moda codiciado por celebridades y fanáticos de todo el mundo, lo que incrementó el deseo de tenerlos.
De tamaño reducido y aspecto algo tierno y siniestro, los Labubu comenzaron como parte de una colección de juguetes de diseño, pero su presencia en redes como TikTok disparó su popularidad en el mundo entero. En cuestión de semanas se volvió viral y son cientos los videos en los que influencers muestran cómo colgaban sus Labubu en carteras o mochilas generaron millones de visualizaciones.
El fenómeno trascendió lo digital, por lo que figuras del deporte, el espectáculo y la moda adoptaron a estos muñecos como parte de sus looks. Entre las celebridades internacionales que ya fueron vistas con un Labubu colgando de sus carteras figuran Rihanna, Kim Kardashian y Dua Lipa. En Argentina, Wanda Nara y Rodrigo De Paul también mostraron el suyo. La tendencia escaló tanto que incluso marcas de lujo crearon ediciones especiales y colaboraciones exclusivas. Algunas versiones premium pueden costar más de 300 dólares, mientras que las más accesibles rondan los 20. No obstante, como ocurre con casi todo objeto de deseo, el mercado pronto se llenó de réplicas y versiones no originales a menor precio.
Pero ¿qué tiene este muñeco que lo vuelve irresistible? Una de sus principales características es su diseño disruptivo: Su estética singular, sus expresiones maléficas con dientes en punta y su cuerpo de peluche generan una combinación perfecta entre lo encantador y lo extravagante. Ese equilibrio estético cautiva tanto a coleccionistas como a amantes de los accesorios únicos.
Más allá del componente visual, los Labubu despiertan una conexión emocional. Hay quienes lo consideran una suerte de amuleto, otros lo usan para destacar un outfit y también quienes lo adoptan como una especie de mascota portátil. El hecho de llevarlo en la cartera o colgado del bolso no es una casualidad, sino una declaración de pertenencia a una comunidad global que encuentra en estos muñecos un símbolo compartido.
Su valor emocional, sumado a la estrategia comercial de Pop Mart, que los ofrece en múltiples tamaños, materiales y presentaciones, desde charms metálicos hasta ediciones gigantes de peluche, alimenta el deseo de colección. Muchos fanáticos no se conforman con tener solo uno.
La clave del éxito parece cimentada en la construcción de una narrativa alrededor del muñeco. La viralización en TikTok no solo mostró a los Labubu como un objeto, sino que los convirtió en personajes con historia y carisma propio. Los videos no solo muestran cómo se usan, sino también cómo se cuidan, se intercambian o se exhiben como trofeos de estilo.
Los Labubu dejaron hace tiempo de ser un juguete o un llavero para transformarse en el símbolo de una era donde la cultura pop, el consumo estético y la comunidad digital se entrelazan para dar vida a nuevos íconos.